LA LEYENDA DE LA PRINCESA ZULIA




La hermosura de la mujer zuliana tiene sus orígenes en mitos y leyendas que han refrescado los tiempos, y a la vez se han consolidado las creencias de sus delineados y esbeltos cuerpos, que hoy sorprenden al mundo producto de la emigración masiva.

El carácter fuerte y el espíritu guerrero que predomina en la mujer zuliana, es herencia de una moza indígena que en el siglo XVI d.C., sedujo a una inmensa región que hoy involucra el Sur del Lago de Maracaibo y el Norte de Santander en Colombia, zona también conocida como la Serranía de los Motilones.

El origen de la princesa Zulia viene de la mezcla de dos tribus, los Barí y los Guanes, luego que estos se enfrentaran bélicamente, culminando la rivalidad con el casamiento entre el príncipe Cinera con la hija del cacique de los Guanes.

Es así como surge esta hermosa leyenda de la mujer más hermosa en los tiempos de la conquista, la princesa Zulia, una mujer aguerrida, alta, bella e inteligente, a quien su padre le encomendaba misiones pacifistas con otras tribus de la región colombo-venezolana, como también convocar entre sus aliados y tribus cercanas, la unión de sus fuerzas para enfrentar al invasor europeo que venía con ansias de asesinar y robarse los tesoros de estas productivas tierras.

Al regresar de sus misiones, Zulia fue recibida por un grupo de indígenas Cáchiras quienes le informaron sobre la presunta muerte de su padre. La valiente mujer, despojada de sus atuendos de princesa, viste como una indígena más para engañar al enemigo, y se acerca al asentamiento de su padre guiada por una noche plenilunar.

Sus ojos se inundaron de dolor al ver colgando en un majestuoso árbol Caracolí, la figura inerte de su padre cacique, brotando del pecho una sed de venganza que sombrearía las comarcas que dominaba su progenitor.

Por su admiración, respeto y solidaridad, logra reunir más de dos mil guerreros de diferentes naciones indígenas, donde conoce al famoso Guaymaral, el primogénito del cacique wayuu Mara o Marac, quien dominaba los pueblos palafíticos que adornaban las riberas del Lago de Coquivacoa o Coquinvacoa, hoy, Lago de Maracaibo; además, hijo adoptivo del líder de los Cúcutas, y a quien designó como jefe de operaciones de su Ejército nativo.

Guaymaral, enamorado locamente de la princesa Zulia, acaba con el campamento europeo, dando muerte a todos sus habitantes, recuperando su autonomía, riquezas y sus mujeres, logrando impresionar a Zulia y concebir con ella una unión admirada por todos.

La leyenda cuenta que de esa célebre unión matrimonial nació un hijo cuyo nombre era Bobarey, quien nació con la misma sed de venganza que su madre.

Dos años después, la presencia del invasor con centenas de soldados fuertemente armados y montados a caballo, sorprende al laureado matrimonio, retirándose urgentemente a la población de Pamplona, Colombia, desde donde enviaron emisarios a las tribus cercanas para dar la cara por su territorio.

Zulia, presuntamente con 23 años de edad, enfurecida y montada a caballo, enfrenta de nuevo al enemigo, secundada por su valiente esposo, pero cae en las lanzas asesinas de los invasores, tejiéndose otra leyenda.

Al desplomarse del caballo cae moribunda bocabajo, besando profundamente a su amada tierra; en ese instante es cuando surge ese amor infinito de los zulianos por su tierra.


Por: Agustín Arteaga


APOSTADORES MARACUCHOS


Dos apostadores enfermizos están mirando a la vieja del frente que tiene las piernas abiertas y dicen: - La pantaleta de la señora es negra; el otro apostador brinca y dice: - NO! es marrón... Mandan a un carajito a verificar de qué color es la pantaleta y al regresar les dice: - Se pelaron los dos, ni es negra ni es marrón… son moscas.