HOSPITAL QUIRÚRGICO Y MATERNIDAD
Lo que hoy conocemos como Maternidad Dr. Armando Castillo Plaza, anteriormente era el Hospital Quirúrgico y Maternidad de Maracaibo, lugar emblemático para los zulianos, muy especialmente para los marabinos, sobre todo para aquellos que nacieron en sus instalaciones.
Este hospital fue inaugurado el 28 de febrero de 1943, y fue considerado como un gran adelanto en asistencia social, sobre todo al servicio de los habitantes de la capital zuliana. La edificación fue construida por el ingeniero George Mac Camon, a un costo de tres millones de bolívares, y bajo el financiamiento de la Lago Petroleum Corporation, después de que el zuliano Néstor Luis Pérez, ministro de Fomento designado por el presidente Eleazar López Contreras, descubriera una importante evasión de impuestos por parte de esta compañía petrolera, dinero que fue recuperado e invertido en obras sociales para la Nación.
Esta recordada institución hospitalaria se inició con una capacidad de 176 camas, de las cuales 136 eran insolventes, y 40 eran privadas. Su primer director fue el reconocido médico trujillano José Domingo Leonardi Carrillo, contando con cinco jefes de servicio, también de dilatada trayectoria médica: Rafael Belloso Chacín, Jesús León Amado, Ramón Gómez, Gilberto D'Windt y Roselino Nieves Berti.
En dichas instalaciones fue donde se iniciaron las clases de Medicina de la Universidad del Zulia, y funcionó hasta octubre de 1961, cuando decidieron trasladar todo su cuerpo médico y paramédico al recién inaugurado Hospital Universitario de Maracaibo. Posteriormente, el 14 de octubre de 1964, el presidente de la República Raúl Leoni, lo reinaugura con el nombre de Dr. Armando Castillo Plaza, un médico sanitarista caraqueño que hizo grandes aportes a la salud pública, sobre todo con la formación de parteras o comadronas, pero no era obstetra, y esto generó críticas en el gremio médico zuliano, ya que se había obviado la obra del Dr. Rafael Belloso Chacín, pionero de la Obstetricia y la Ginecología Moderna en la región zuliana.
Por: Agustín Arteaga