EL PRIMER GRANDE LIGA ZULIANO

1928, nace en Cabimas, Zulia, Pompeyo Antonio Davalillo, conocido popularmente como "Yo-Yo". Davalillo fue el cuarto venezolano y el primer zuliano en jugar en las Grandes Ligas al ingresar al staff de los Senadores de Washington en 1953, teniendo una corta experiencia debido a lesiones, pero logró jugar 19 partidos y conectó diecisiete hits en 58 turnos al bate, para un promedio ofensivo de .293 puntos, demostrando también su rapidez en las bases al realizar la hazaña de robarle el home a Bod Feller.
Pompeyo se inició con el equipo Miraflores de la compañía petrolera Mene Grande Oil Company como tercera base. Más adelante, al irse al Servicio Militar en Caracas, juega con el equipo de las Fuerzas Armadas Nacionales, donde es seleccionado para representar a nuestro país en una serie con Nicaragua.
En Venezuela fue firmado en la temporada 1954, pero durante el Campeonato Rotatorio sufrió una fractura de pie, lo que hizo que estuviera enyesado durante un año, que lamentablemente le hizo perder su contrato. En 1955 jugó con el Sugar Kings, donde tuvo su mejor campaña en las menores con 76 carreras, 163 imparables, un cuadrangular, 59 impulsadas y un average de .273.
En 1961 empezó a jugar con los Tigres de México, con quienes tuvo dos temporadas seguidas por encima de los 300 puntos. Entre 1964 y 1965 jugó en México con el Salamanca y el Tabasco, pero no volvió a subir a las Grandes Ligas, y debido a una serie de fracturas debió retirarse a los 33 años de edad, para luego desempeñarse como mánager del equipo Salamanca de México, y posteriormente, coach del Caracas.
En nuestro país jugó 12 temporadas con el Caracas, participó en 450 partidos, y en 1.716 turnos legales al bate conectó 473 hits, 63 dobletes, 19 triples, 3 jonrones; remolcó 126 carreras, anotó 345 y estafó 70 bases, para un promedio en la pelota criolla de .275.
Pompeyo dirigió a los Leones del Caracas, Tiburones de La Guaira, Caribes de Oriente y Águilas del Zulia; con la novena de su tierra natal se tituló campeón en dos ocasiones.
Por: Agustín Arteaga
