LA POETISA ERÓTICA DEL ZULIA




1906, nace en la vecindad de la plaza Urdaneta de Maracaibo, Zulia, María José Francisca del Carmen Calcaño Ortega, o simplemente, María Calcaño, escritora, poetisa y narradora.

Se le considera la primera poetisa venezolana que asumió la modernidad a través de la libertad y el goce de la expresión. No perteneció a ningún grupo literario, pero coincidió con los integrantes del grupo Seremos, entre los que conoció a su segundo esposo. Su primer poemario titulado Alas fatales, fue mal visto por la sociedad de la época, también tildado de inmoral. Veintiún años después publicaría su segundo libro con el título Canciones que oyeron mis últimas muñecas.

El sobrio erotismo de su poesía fue tachado de inmoral para su época, y por este motivo, la presión social la obligó a exiliarse en Ecuador. Hoy es cuando se valora su acento fresco y libre.

Nuestra poetisa residía en la Quinta Marijuana, junto al cementerio San José (El Redondo) en 5 de Julio, y luego vivió en la calle San Pedro del sector Las Delicias de Maracaibo. Su muerte fue prematura producto del cáncer, y en su honor, se le dio su nombre a la centenaria Biblioteca Pública del Estado Zulia.

He aquí las confesiones de una mujer zuliana de comienzos del XX:

"Mi mayor ambición: ser rica. Mi adoración perpetua: el hombre. Mi debilidad: el amor. Mi día favorito: el lunes. Mi número: el 7. Mi piedra preciosa: el zafiro. Lo que considero más perfecto de mi cuerpo: los senos. Lo que quiero más: mis brazos. Lo que cuido más: mis pies. Mi deseo constante: viajar. Mi color favorito: el azul. Mi metal: el bronce. Lo que más me alegra: la lluvia. Lo que me entristece: los locos. Mi mayor defecto: mi inconstancia. Mi gran virtud: la piedad. Mi atracción: el mar. Lo que más me atrae fuera de él: las serpientes. Mi animal: el gato. Mi gran temor. La víbora".


Por: Agustín Arteaga


APOSTADORES MARACUCHOS


Dos apostadores enfermizos están mirando a la vieja del frente que tiene las piernas abiertas y dicen: - La pantaleta de la señora es negra; el otro apostador brinca y dice: - NO! es marrón... Mandan a un carajito a verificar de qué color es la pantaleta y al regresar les dice: - Se pelaron los dos, ni es negra ni es marrón… son moscas.