GÉNESIS DEL HOSPITAL CENTRAL, ZULIA




Este legendario hospital ha pasado por diversas etapas, siendo el más antiguo de Venezuela. El 1° de diciembre de 1607, el matrimonio conformado por Francisco Ortíz e Inés del Basto, solicitaron autorización al obispo de Venezuela, Fray Antonio de Alcega, para construir un hospital bajo la advocación de Santa Ana, específicamente en el solar de la ermita del mismo nombre que habían fundado en Maracaibo.

El 18 de julio de 1608, se le concedió la licencia, y ese mismo año se inauguró el hospital. Para el momento de su inauguración tenía una enfermería de 50 varas (41,75 metros) de largo, paredes de tapia y techos de palmas; además, contaba con tres salones: para mujeres, pacientes contagiosos y los demás enfermos, como también una cocina y un corral para las cabras. Al comienzo no tuvo médicos, los enfermos eran atendidos por los esposos Ortiz del Basto y con la colaboración de dos esclavos, con curaciones sencillas y el uso de bálsamos.

El hospital tuvo un reglamento que fue dictado por el obispo Fray Gonzalo de Angulo en 1625, el cual se aplicó por ciento sesenta años, hasta que lo modificó el obispo de Venezuela Mariano Martí por considerarlo fuera de época.

Esta institución hospitalaria prestó un gran servicio sobre todo en la época de las invasiones corsarias. En 1774 el obispo Mariano Martí ordenó su primera reconstrucción y ampliación, además de dictarle un nuevo reglamento. El primer médico que llegó al hospital Santa Ana fue el licenciado Sebastián de Guzmán, quien vino como médico de cabecera del obispo de Mérida de Maracaibo Juan Ramos de Lora, pero no lo siguió hasta Mérida, decidió quedarse en Maracaibo.

En 1786 se ordenaron nuevas ampliaciones. Nadie sabe a ciencia cierta cuando el hospital cambió de nombre, quizás fue después de la ampliación de 1788, cuando apareció el nuevo nombre de Hospital de Caridad, a cuya denominación se consiguen documentos de 1801.


Por: Agustín Arteaga

APOSTADORES MARACUCHOS


Dos apostadores enfermizos están mirando a la vieja del frente que tiene las piernas abiertas y dicen: - La pantaleta de la señora es negra; el otro apostador brinca y dice: - NO! es marrón... Mandan a un carajito a verificar de qué color es la pantaleta y al regresar les dice: - Se pelaron los dos, ni es negra ni es marrón… son moscas.